domingo, 24 de julio de 2011

Réquiem para la Winehouse


Pienso en ti Amy Winehouse, te admiré, pero también te temí, porque la intensidad con que cantabas era proporcional a la pasión que sentías por morir como la última de las criaturas recordadas por Dios, es por eso, cuando aún tu alma ronda este plano de la existencia que me atrevo a hablarte.

El dos, y un poquito más, fue tu número de magia negra: Frank/Back To Black, discos suficientes para ganarte millones de corazones confundidos y ansiosos que descubrieron que a mitad de la más intensa luz, existe un punto negro que canta la nostalgia de las llagas que se cubren pudorosamente en el alma; los hombres te liberaban de las drogas, y las drogas te liberaban de los hombres... el tormento fue el timón de tu vida.

Amy, el diablo se convirtió en músico y tocó a gusto el contralto de tu alma, y no te mentiré, jamás tuviste oportunidad de redención porque hasta el mismo cielo se fascinó con el resultado, sé que nunca quisiste pertenecer al club de los 27 como abusivamente quieren encasillarte ahora, no te enojes, para continuar con la vida se necesita de cábalas baratas que expliquen la razón del por qué en ti jamás existió el mediodía.

Si hay un más allá, tu alto peinado eclipsará por una infinita brevedad la luz de las estrellas, no puede ser de otra manera, porque siempre te gustó dislocar los momentos solemnes; caminaras en zigzag, acompañada de Charlie Parker, como si estuvieses a mitad de un pentagrama disparando bellas aves que saldrán de los puntos suspensivos que la vida marcó en tu dentadura, y las cuentas estarán saldadas.

Tu mayor mérito ha sido saber como dejarnos.

sábado, 28 de febrero de 2009

Propósito de año un poco atrasado

A partir del mes de marzo comenzaré a postear nuevos poemas.

La Peste de Albert Camus

La Peste (1,947), es considerada como la novela más importante de Albert Camus, a tal punto, que el mismo año de su publicación ganó el Premio de la Crítica y posteriormente fue calificada como una de las obras fundamentales del existencialismo durante el siglo XX.

Las primeras páginas de La Peste presentan una historia que versa sobre la paranoia y temor que provocan los caprichos de la naturaleza (sobre un remoto pueblo argelino llamado Orán) contra la fuerza de la sociedad, dirigida a negar y controlar lo que va más allá de la comprensión estática de la moral y la razón. Hasta el momento un buen libro más.

Después de unas cuantas páginas la historia comienza a despertar ante nosotros y surge una extraña sensación de soledad y angustia que embarga lo poco de atención que nos queda, de ahora en adelante, el libro será como una gota de sudor corriendo sobre nuestro rostro adormecido (La Peste es un ligero temblor detrás del cuello, un escalofrío seguido de calma,
luego otro...
otro…
¡¡ootrooo!!…
¡ya es muy tarde!, docenas de ratas corren bajo nuestros pies y luego desaparecen. Las manos comienzan a supurar miedo y sangre, surge la duda: ¿La Peste?; y la fiebre comienza a incomodarnos, los ojos ya no están tan cerrados como al inicio, están atentos, expectantes frente a un misterioso mal que despierta la conciencia, estamos rodeados de muerte y ya es muy tarde para huir, estamos encerrados en un cuarto de dos metros cuadrados totalmente a oscuras llamado vida, y se aproxima la reflexión, ¿cuántos eones más sin una muestra de ternura humana?, ¿cuántos más?.

La Peste es la vida misma, y nosotros unos apestados, cautivos en una cuarentena de siglos sin posibilidades de levantarnos de la cama y dar el primer abrazo de consuelo al vecino moribundo. La razón regresa a su sitio, no vale la pena insistir, estar vivo significa estar apestado desde el inicio. La muerte es injusta la mayor parte de las veces-). Todo lo que el lector puede aprender entre el juego de La Peste y la vida es el conocimiento y el recuerdo de una ilusión ya olvidada, una ilusión que por momentos provoca algunos escozores en el corazón llamados esperanzas y una fuerza interna que alienta a no probar la frialdad que queda después de vivirlas.

La Peste es la voz de Camus que nos llama a la solidaridad y autodeterminación hacia sí mismo, es la conciencia que incómoda y que recuerda que no existe peor condición en la naturaleza humana que, el autoaislamiento.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Fuegos de Marguerite Yourcenar

Existen libros que para disfrutarlos es necesario tener una preparación previa, y este es el caso de Fuegos (1935), que se exterioriza como un lamento del corazón y sus latidos, manifestados en una serie de nueve relatos o más bien epílogos de las más intensas historias mitológicas de amor ideadas en la antigüedad, intercaladas con lastimeros destellos de esperanza extraídos de un diario íntimo escrito por la misma Marguerite Yourcenar mientras disfrutaba de las más crueles delicias de la decepción y el desapercibimiento.

Fuegos, es producto del amor mal correspondido por el cielo, es como la caricia sobre una llaga, que aunque sea muy tierna duele como el más grave de los desprecios; es un grito hacia la estupidez del otro, que no comprende que sólo el amor del desesperado es lo único que puede salvarle del más funesto de los destinos: el olvido. Fuegos, es la llama fatua que se levanta sobre el cadáver del amante mal pagado, es un recordatorio de que entre más se sufra en nombre del amor (lícito o ilícito) así se levantará un aura que prepara para concebir el único fruto, como si se tratase de un castigo o recelo divino, que puede dar su relación con el ser humano: el sufrimiento.

Fuegos no sólo es un libro que trata sobre el dolor, amores mal pagados, mitología y confesiones, sino también es un ejercicio de sinceridad y purificación del alma, que reclama, y con todo derecho, que le sea devuelto el tesoro más difícil de recuperar: la dignidad hacia si mismo, y de paso, como si se tratase de una indemnización celestial paradójica, la oportunidad de entrar nuevamente en ese ciclo de amor y sufrimiento como una ofrenda de paja al fuego desde un templo más alto y con un corazón más grande e inflamable pero menos débil e inocente.

martes, 29 de abril de 2008

Tortilla Flat de John Steinbeck


John Steinbeck (1902-1968), autor estadounidense, conocido universalmente por su soberbia novela Las Uvas de la Ira, definitivamente tuvo un principio dentro de la historia de la literatura para hacerse acreedor en el año de 1962 del premio Nobel. Este inicio se dio con su primer, gran y olvidada novela “Tortilla Flat” (1935).

Tortilla Flat, es una de esas novelas que con sus primeras páginas agrada al lector pero ya en las últimas lo deja totalmente fuera de guardia, porque en ella no existen ideales que defender ni posturas estéticas que criticar, sino sólo sentir y resentir la forma en que los seres humanos dejamos a un lado las cosas con mayor importancia e interés que puede ofrecer la vida. Esta historia posee una narración sencilla que pareciera ser contada no a través de caracteres impresos sino por una voz que poco a poco va acallando (como si se tratara de la conciencia), hasta que la mente hipnotizada por la curiosidad desciende en un olvidado pueblo de California llamado Tortilla Flat.

Tortilla Flat trata sobre los paisanos (un pueblo parte sangre española, parte sangre indígena, parte sangre caucásica), y sobre lo que en buen guatemalteco (o paisano) se podría explicar como un grupo de charitas y sus intentos por conseguir unas cuantas garrafas de vino, o bien, siendo un poco esotéricos, podría considerarse una moderna versión de la Leyenda del Rey Arturo, protagonizada por Danny, el rey del castillo, y Pilón su fiel caballero y más tenaz amigo, en búsqueda del Santo Grial materializado en un vaso de mermelada copado de vino.

Existen muchas novelas e historias que se acercan a una forma de vida, decadencia e ideales, pero ninguna tiene tan siquiera el atrevimiento de acercarse tanto al aspecto humano y divino que tienen los charitas tal y como lo hace Stainbeck “en su primer, gran y olvidada novela”, porque esta obra está plagada de sacrificios sublimes en nombre de la amistad, la caridad y el amor hacia al mundo, que en momentos inesperados y cargados de cierto humor se ven recompensados por visiones inquietantemente celestiales, porque tal y como trató de expresar su autor en alguna página, a Dios no le importa de donde provenga el bien, sino que al final de cuentas siempre sea eso: el bien.

Definitivamente esta es una novela que vale la pena devorarse de principio a fin en una o dos sesiones de lectura, ya que su contenido es ameno y altamente calórico para el espíritu que busca algo más satisfactorio que la mayoría de libros light de hoy en día.



Post Scriptum. Tortilla Flat es una obra que vale la pena leer con un puñado de monedas, porque seguramente en algún momento, todo aquel que la lea tendrá ganas de dejar el libro a un lado e ir a buscar a un charita para darle un beso en la frente y un par de quetzalitos.

jueves, 11 de octubre de 2007

Hasta siempre....

Me despido de vos mi amigo,
como debe ser:
con la mano derecha puesta en el corazón
y la izquierda sobre lo que soy y seré.

Mi amigo,
fuiste tea apagada,
.....(por qué encenderse al mundo,
.....si se puede incendiar el universo)
jamás creíste ni jamás dejaste de creer,
sólo fuiste a tu llamado y tu llamado …. te llamó,
tibio te escapaste de mis manos
y nadaste entre las lágrimas que te habrían el camino.

Mi amigo, vos me enseñaste que de la sangre y el lodo nace el amor,
que de la melancolía y la angustia nace algo más grande que dios,
.....(las cosas pueden ser diferentes,
.....pero de todos modos se sufre)
sólo los inmortales sienten el peso de la vida,
por eso mi corazón está lleno de luciérnagas vestidas de luto,
y mi alma es un súcubo que aprisiona mis tristezas.

Te intente comprender mi amigo
.....(no se puede tener respuestas
.....si aún no se tienen las preguntas)
y te esperé sentado bajo una higuera,
mientras incrédulo repetía palabras desconocidas:
extraños recuerdos eran mis ojos,
electricidad en forma de rostros sempiternos,
ansia de hielo derritiéndose sobre un pezón,
silencios estallando en los párpados,
comprendí,
.....(para qué afanarse,
.....si se puede ser éter y materia al mismo tiempo)
te ibas,
nadie lo iba a impedir
ni siquiera yo,
porque tu cuerpo era de niebla,
y yo sólo quería con ansia infantil ver tu partida a través de un calidoscopio.

Mi amigo,
ya no correrás más en la palma de mi mano,
ya no brincarás absurdamente al sentir la presencia de los ángeles,
te has ido,
porque tus piecitos eran de fuego
y tus brazos de agua no soportaron la flacidez de la vida.
Juntos fuimos demasiado para el mundo y para el cielo,
y separados siempre fuiste mejor que yo
por eso escupo a los gusanos, ley de Darwin,
por eso incrédulo alzo el dedo índice hacía el cielo,
.....(inútil es imprecar, inútil es pensar,
.....inútil es ser humano)
te has ido al infinito.

Mi amigo,
tu recuerdo me ha dejado un ancla de alegría desabrida.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Reflexión.

Hace algunos días estaba leyendo un consejo realmente profundo y trascendental para quien quiera ser un buen escritor. Aclaro, es un pensamiento que vemos casi todos los días escrito en las paredes, en los baños, en fin, en cualquier lado y por lo mismo no le danos valor. Esta gota de sabiduría anónima ha logrado lo que muchos miles de escritores no han podido hacer en toda su vida: llamar la atención de los lectores.

“Puto el que lea esto”

Reflexionen.